Hola, bruji,
Con la misma maestría que Laura
Esquivel, mezcla la ciudad de Brujas estos dos ingredientes. Brujas
huele a chocolate, pero no al de fumar, el de comer. En sus muchas
pastelerías hacen unos bombones que son casi míticos, unos bombones
delicados que ya se derriten en la boca nada más tener contacto con
nuestra saliva. Resuelto lo del chocolate, ¿qué pasa con el agua?
Brujas está llena de canales, no hay tantos como en Venecia, aunque
haya quien le llame “la Venecia del norte”, o Ámsterdam, pero sí
los suficientes como para dar largos paseos de lo más pintoresco y
relajante (uno de mis mejores recuerdos fue el hotel en el que
estuve, cuyo nombre no recuerdo, pero era un barco de madera varado
en un canal, que por las noches se mecía con el vaivén del agua, y
en agradecimiento sus maderas crujían…).
Sus calles, imprescindible
recorrerlas con calma, tienen el sabor del medievo, de esa gran
ciudad que fue en el medievo, además su nombre tiene también aire
medieval, pero ése es uno de los grandes errores históricos de
nuestra cultura, su nombre en flamenco es Brugge, que aunque
lo parezca no tiene nada que ver con las brujas… aquí vuelve a
aparecer el agua, por la palabra brugge, que no es ni más ni menos que 'puentes', esos
muchos puentes con los que poder atravesar sus canales. ¿Suena
romántico, verdad? Es cierto, sus casitas, que parecen sacadas de
cuentos de Andersen a las orillas de los canales parecen hacernos
vivir un sueño.
El ambiente de Brujas es el de una
ciudad de provincias tranquila, incluso en la célebre plaza Markt
por las mañanas todo es tranquilidad, todo te anima a disfrutar de
la arquitectura gótica sin andar a codazos, pero por la tarde ya no
hay nadie, bueno, sí, algunos españoles, italianos y alemanes
vaciando las reservas de las carísimas cervecerías locales. Y es
que la cerveza es toda una institución en Brujas, es casi la única
forma de hacer amigos (salvo que sepas hablar flamenco, mucho ojo con
hablar francés, te mirarán fatal o, simplemente, te ignorarán).
Las cervezas trapenses, o esas cervezas tipo lambic de cereza o
frambuesa son uno de esos placeros divinos que nos tiene reservados
esa tierra, y que en compañía de una buena fuente de mejillones nos
llevarán, por un rato, a las mismísimas puertas del cielo.
El compañero eterno del agua es
el viento, y en Brujas también está presente, y paseando por sus
alrededores se traduce en forma de molinos, prácticamente todos en
desuso, pero le dan forma al paisaje y nos dan idea de lo que nos
vamos a encontrar un poco más al norte en el país de los tulipanes…
pero si te empecé diciendo que Brujas es chocolate y es agua, me
estoy yendo del tema, ya la verdad es que hay una prueba irrefutable
que demuestra esta comunión: casi todos los bombones que podemos ver
son un jaspeado de chocolate con leche y chocolate blanco con forma
de… conchas, estrellas y caballitos de mar… La verdad es que si
con ese chocolate hicieran casitas, como la que atrapó a Hansel y
Gretel, con el nombre que en castellano le asignamos a la ciudad,
daría miedo.
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