Hola, bruji,
Aunque Cluj-Napoca es una única
ciudad, bien podrían ser dos. Se hablaba del muro de Berlín como “el
muro de la vergüenza” porque estaba a la vista de todos pero,
claro, ojos que no ven, corazón que no siente, y en Cluj hay otro
muro, y no me refiero a los restos de sus recias murallas medievales,
es un muro que no se ve y que sólo es capaz de construir la
ilimitada estupidez humana, y es el muro que hace que dos pueblos se
odien.
Cluj, lo de Napoca es recuerdo
histórico de cuando Rumania (sin tilde) era aún la Dacia romana (el
Dacia sigue siendo el vehículo nacional), bien podría ser un
paradigma de la multiculturalidad. Allí viven, que no conviven,
gitanos, sajones, húngaros y rumanos. Los gitanos, como en casi
todas partes, están tristemente discriminados, aunque no hay fiesta
popular si no hay gitanos. Los sajones, luteranos, se discriminan
ellos solos, tienen un poder adquisitivo muy alto y viven en
comunidades muy cerradas y con costumbres casi medievales; para ellos
Cluj se llama Klausenburg. Y quedan húngaros y rumanos, comunidades
mayoritarias en toda Transilvania, de la que Cluj es capital, y juro
que están allí, pero los unos a los otros no se ven... no existen
excepto para lo malo.... Hay dos centros de culto principales: la
catedral ortodoxa para los rumanos, la iglesia católica de Sfântul
Mihail (San Miguel), una joya gótica del siglo XIV para los
húngaros. Hay dos óperas, una de estilo neoclásico del XIX para
los rumanos, justo frente a su catedral, hay una húngara en un
edificio bastante feo al lado de la entrada principal del Parcul
Central, el pulmón verde de la ciudad. Tienen sus barrios y sus
tiendas... y, aunque suene a chiste, muchos húngaros si les hablas
en rumano, no te contestan, aunque todos lo hablan porque es
obligatorio en la escuela, pero si les hablas inglés, a los pocos que
saben, son todo amabilidad....
Uno de los pocos puntos de cordura,
con respecto a esto, lo intenta poner la Universidad, la única
universidad, que se llama Babeş-Bolyai, con nombres de dos reputados
científicos transilvanos, el primero rumano y el segundo húngaro,
aunque después tenga distintos programas de estudio en rumano y
húngaro para sus alumnos (también alguno alemán).
Una vez que conseguimos olvidar
por un momento las miserias humanas, vemos que Cluj es una ciudad
atractiva, es una Viena en pequeño con su trazado con del siglo
XIX, quizás la época en la que tuvo su mayor esplendor, pero con
muchos detalles de la “multiculturalidad” que habita en ella y
con muchas muestras de la arquitectura transilvana. Tiene mucho que
ver porque la historia dejó en ella muy buenos momentos, pero a
veces dejó caer la zarpa de una forma miserable, pero todo eso se
puede ver en cualquier guía de viajes o navegando por mil páginas
de la red. Pero sí hay un lugar digno de visitar: el cementerio.
Además de ser otro de los pulmones verdes de la ciudad y de tener
todos los encantos un tanto selváticos de la mayoría de cementerios
rumanos (es muy interesante también el de Sighişoara) que lo hacen
ideal para pasear, tiene una “sección” dedicada a la Segunda
Guerra Mundial donde tienes que agarrar el alma para que no se te
escape ante la terrible visión de miles de cruces blancas con al
leyenda necunoscut, que no es difícil adivinar que significa
'desconocido', y supongo, que no entiendo su lengua, que la misma
leyenda se ve en la parte húngara, en la parte judía y en la parte
rusa (hasta en los muertos hay disgregación...)
Cluj es una ciudad que enamora,
ojalá sus gentes también enamoren algún día al prójimo.
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